Hoy es uno de esos días en los que uno presiente todo saldrá mal y, al final de la noche, se da cuenta de que su corazonada era correcta.
Hoy es uno de esos días en los que me importa cinco que no importe nada.
Hoy es uno de esos días en los que me gustaría ser de palo para no sentir nada.
Hoy es uno de esos días en los que preferiría que la habilidad humana para recordar eventos pasados fuera parcialmente eliminada.
Hoy es uno de esos días en los que uno escribe cosas tristes con el único fin de darse cuenta, más adelante, de que vale la pena estar siempre feliz.
Hoy es uno de esos días en los que se hace avidente la fragilidad de nuestro cambio de ánimo; podemos pasar de la tristeza extrema a la felicidad más contagiosa en unos cuantos segundos.
Hoy es uno de esos días en los que recuerdo que los estados de ánimo son variables, pero los principios son más arraigados que la raíz más profunda de un árbol desértico.
Hoy es uno de esos días en los que no se me da la gana estar contento porque, siendo consiente de que sí existen motivos para estarlo, no quiero experimenta una sensación diferente a la de la amargura.
Hoy es uno de esos días en los que sé que cuando lea esto más adelante, me arrepentiré de lo que escribí y me daré fuerzas a mí mismo diciendo "jamás volveré a estar tan triste como cuando escribí eso".
Hoy es uno de esos días, yendo contra todos mis principios, en los que creo que las mujeres gozan haciéndonos sufrir.
Hoy es uno de esos días en los que nunca debí haber comenzado a escribir.
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